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Un estudio de la Universidad de Northwestern (EEUU) muestra que animar a las personas con unos hábitos poco saludables a que aumenten su consumo de fruta y verdura y a que pasen menos tiempo sentados en el sofá es una intervención exitosa que provoca, además, otros efectos positivos como la disminución en la ingesta de grasas. Según los autores, cuanto menos tiempo pasas delante de la televisión, menos metes la mano en la bolsa de patatas.

“Haciendo simplemente dos cambios en el estilo de vida se logra un efecto grande y las personas no se ven sobrepasadas”, señala Bonnie Spring, profesora de Medicina Preventiva en la universidad americana y autora principal del estudio. En él, pusieron a prueba dos intervenciones, una en la que se emplazaba a los participantes a disminuir el consumo de grasas y a aumentar la actividad física, y otra en la que se proponía aumentar la ingesta de fruta y verdura y pasar menos tiempo en el sofá.

Los  200 participantes, adultos entre 21 y 60 años con malos hábitos, utilizaron un asistente personal digital para controlar ellos mismos sus objetivos y para registrar sus progresos. Durante las tres primeras semanas, recibieron un incentivo de hasta 175 dólares por hacerlo. Después, los investigadores les informaron de que ya no estaban obligados a seguir con el programa si no querían, pero recibirían entre 30 y 80 dólares por seguir registrando lo que hacían, aunque no cumplieran con las metas.

La intervención que promovía el consumo de frutas y verduras (un mínimo de cinco al día) y reducía a menos de 90 minutos diarios el tiempo de sofá fue más exitosa que la segunda. Y tuvo además un efecto colateral muy positivo: la reducción en la ingesta de grasas. Como era de esperar, los resultados fueron mejores durante las primeras semanas pero durante los meses posteriores, a pesar de que no había incentivo económico, también se observaron beneficios.

Desde el inicio hasta el final de las tres primeras semanas y durante los cinco meses de seguimiento, respectivamente, las raciones de fruta diarias pasaron de 1,2 a 5,5 y 2,9, los minutos de inactividad pasaron de 219,2 a 89,3 y 125,7, y las calorías al día procedentes de grasas saturadas, del 12% al 9,4% y 9,9%”, señala el trabajo publicado en ‘Archives of Internal Medicine‘.

Alrededor del 86% de los participantes dijo que una vez que habían cambiado, trataron de mantenerlo. Había algo en aumentar el consumo de fruta y verdura que les hizo sentirse capaces de cambiar cualquier cosa”, explica Spring en una nota de prensa. “Áumentó mucho su confianza”.

El otro elemento positivo de esta investigación es el mecanismo de control empleado: una herramienta digital autogestionada, que podría extenderse a los móviles. “La ubicuidad del uso de los teléfonos móviles permite ahora a los investigadores y médicos conducir sus estudios y suministrar las intervenciones de formas que anteriormente no se podía”, señala un editorial que acompaña al trabajo.

En la actualidad, existen varias aplicaciones dirigidas a mejorar nuestro ingesta, una opción que parece dar sus frutos ya que el cambiar los hábitos alimenticios es un estilo de vida  que involucra siempre el querer hacer nuevos retos para mejorar  nuestra salud  y condición físicas, esto es una garantía de vida.